En Canadá un trabajador de la construcción trabaja un 67% de su tiempo y en Chile esa misma persona un 37%, porque las cuadrillas no llegan a tiempo, porque no se coordinan y tienen tiempos muertos. Si a esto le sumamos que un permiso de edificación puede demorar entre dos meses a cuatro años, entonces el país está muy atrasado. Más encima, según un informe de McKinsey, la industria de la construcción 4.0 global está en deuda, presentando uno de los menores índices de digitalización a nivel mundial.
Mientras los emprendedores del mundo son capaces de inventar una impresora 3D que construye edificios de tres metros de altura y un robot que levanta 3 mil ladrillos diarios, el sector de la construcción es lento en el uso de tecnologías de innovación. Los arquitectos, ingenieros, constructores y operarios coinciden en que el proceso constructivo cambiará cuando deje de ser lineal y se transforme en un ciclo donde todos los agentes implicados trabajen coordinadamente y de manera colaborativa. La idea es tener acceso al ciclo de vida completo, compartiendo el mismo histórico de datos a la hora de desempeñar sus respectivas tareas.
Este gran cambio se sintetiza en la filosofía BIM (Building Information Modelling) y DOM (Dirección de Obras Municipales), que juntos pueden generar un 5% de aumento de la productividad en la construcción nacional, según estima Vicente Domínguez, presidente del Programa Estratégico Nacional en Productividad y Construcción Sustentable, Construye2025, y encargado de liderar la fase de implementación de la Hoja de Ruta del programa. En Chile, el BIM busca desarrollar una estrategia público privada para modernizar la industria de la construcción mediante la implementación de un sistema digital interactivo. El Fondo de Inversión Estratégica (FIE) cofinancia $1.100 millones de un total de $ 1.202 millones. La líder del programa BIM, Carolina Soto, explica que el plan está contemplado a 10 años y la meta es que a 2020 los proyectos públicos se exijan con modelamiento digital en 3D, donde confluyen los diversos especialistas de manera coordinada.
Hoy se trabaja con el MOP y se está incorporando al Minvu, de modo que en los próximos años el proceso esté estandarizado. En este mismo proceso aparece el proyecto DOM en línea, que es una plataforma nacional de gestión de permisos de edificación, igualmente cofinanciada por el FIE. Nace por las sospechas que genera el otorgamiento de estos permisos. Con este sistema podrán acceder a una plataforma pública para verlos vía internet, además de las recepciones de obra y otros trámites municipales. Para Pablo Contrucci, director del proyecto, Chile será pionero a nivel mundial con el DOM en línea. De esta forma, la construcción del país comienza a avanzar en las tecnologías del siglo XXI. Obviamente, la digitalización de este sector facilitará el ingreso de otras innovaciones como robótica, realidad aumentada o internet de las cosas, por mencionar algunos. La transformación llegará cuando surja este conjunto integrado de avances que permita subirse finalmente al tren de la cuarta revolución industrial.