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José Pedro Campos: “El sector público ha entendido plenamente los beneficios de incorporar condiciones ambientales adecuadas”

Fecha: 29/01/2025

Durante 27 años fue director ejecutivo del Instituto de la Construcción, y como tal, trabajó arduamente en impulsar el mejoramiento de las condiciones de confort ambiental y de la eficiencia energética en los espacios habitables, desde la Reglamentación Térmica hasta CES. En esta entrevista, nos comenta sobre su trayectoria y los desafíos que aún se mantienen en el sector.

En un contexto donde la sustentabilidad y la eficiencia energética se han convertido en prioridades globales, Chile tiene mucho camino por delante. A días de dejar el Instituto de la Construcción, luego de 27 años de ser su director ejecutivo, José Pedro Campos, compartió su experiencia, los desafíos enfrentados en más de cuatro décadas de trabajo, y las oportunidades que aún existen para consolidar un futuro más sostenible. 

Si pudieras destacar algo de tu trayectoria relacionada a la sustentabilidad, ¿qué es lo primero que recuerdas?

En 1991, junto con Gabriel Rodríguez, desarrollamos el Programa de Incentivo al Acondicionamiento Térmico – PIAT, en la Municipalidad de La Florida. Ese proyecto fue, modestamente, una primera certificación en Chile, y probablemente una de las primeras en el mundo. Desde entonces, tuve el interés de desarrollar una certificación más amplia en nuestro país. Gracias a ese programa postulé a una pasantía en Suecia, la que hicimos  Gabriel Rodríguez (IDIEM), Daniel Zúnico (MINVU) y yo, en enero de 1993, y aprovechando el viaje a Europa conocimos la Certificación Qualitel en Francia. Ahí tuve la oportunidad de hacerme amigo del director de Qualitel, y desde entonces quedé fascinado con la idea de las certificaciones.

En abril de 1993 ingresé al Ministerio de Vivienda y Urbanismo, y planteé la propuesta de desarrollar en Chile un sistema de certificación similar y gracias a un programa de cooperación técnica con Francia, tuve la oportunidad de capacitarme en Qualitel Desde entonces han pasado muchos años y realizamos varios proyectos que no resultaron como esperábamos. Un tiempo después, en 2007, Verónica Serrano, quien era directora Nacional de Arquitectura en el MOP (Ministerio de Obras Públicas), desde el comité ejecutivo comentó la política del MOP para hacer más eficiente la inversión pública en edificaciones, tanto en otorgar adecuadas condiciones ambientales, como ahorrar energía y recursos, siendo las escuelas y hospitales un claro ejemplo de ello, edificaciones que requieren muy adecuadas condiciones ambientales y que consumen mucho energía y recursos 

Ella mencionó que en las regiones de Los Lagos y Los Ríos se estaban haciendo iniciativas interesantes y que sería bueno verificar el cumplimiento de estas políticas. En ese mismo año, transformamos ese interés en un primer estudio, el cual mencionaste. Evaluamos 10 edificios y, aunque inicialmente no tuvimos éxito con CORFO, en 2012 logramos avanzar gracias a un segundo proyecto Innova Chile.

Finalmente, con el apoyo de José Tomás Videla, logramos operacionalizar el sistema mediante un convenio entre el MOP, la Cámara Chilena de la Construcción, el Colegio de Arquitectos y otras instituciones clave. Fue un proceso largo, pero muy gratificante.

Por lo que cuentas, esto comenzó muchos años antes. ¿Cuáles fueron los principales desafíos para llegar a implementar CES?

Los principales desafíos estuvieron en la poca comprensión que existía en su momento sobre el valor de incorporar estándares de calidad ambiental y eficiencia energética en los edificios. Había mucha resistencia, especialmente de algunos sectores empresariales, que veían estas medidas como un costo adicional en lugar de un beneficio.

Era un problema similar al que enfrentamos históricamente con la reglamentación térmica. Para muchos, esto parecía más un gasto que una inversión con impacto positivo; sin embargo, con el tiempo, empezamos a encontrar aliados estratégicos. Fue clave cuando desde el gobierno, y en particular Verónica Serrano, se expresó claramente que era de interés público implementar estas medidas.

Tiene toda la lógica, porque si el Estado invierte en construir escuelas, lo mínimo es que estas funcionen adecuadamente. Esto significa que los estudiantes deben escuchar bien, no pasar frío ni calor, y tener un ambiente óptimo para estudiar. Además, en términos operativos, es fundamental que estos edificios tengan el menor costo de mantenimiento posible, ya que se trata de una inversión pública.

Cuando vimos esa oportunidad, nos comprometimos por completo. Sabíamos que no sería sencillo, pero era el momento para que este proyecto avanzara.

Más de tres décadas

En 2024, Campos recibió el Premio CES al Profesional Destacado, un reconocimiento a la trayectoria de los profesionales. Junto con destacar el rol que tuvo José Pedro Campos, como director ejecutivo del Instituto de la Construcción durante 27 años, también hace hincapié en la capacidad técnica y los esfuerzos del arquitecto por el impulso de la eficiencia energética, especialmente en la vivienda en Chile, a través de las distintas versiones de la Reglamentación Térmica.

¿Cómo evalúas el estado actual de estos temas en Chile?

Hace 30 años me tocó  elaborar el Programa de Reglamentación Térmica de Viviendas en Chile. En ese entonces, establecimos tres etapas, y ahora estamos en la segunda, aunque quizás un poco más avanzados. Puede parecer que vamos lento, pero lo importante es que se está avanzando.

Es cierto que los gobiernos y las prioridades cambian, y eso influye en el ritmo de los proyectos, pero todavía enfrentamos la percepción de que la calidad ambiental y la eficiencia energética son caras o poco rentables. Incluso, todavía hay quienes aún creen que en invierno hay que pasar frío y en verano, soportar el calor.

Sin embargo, creo firmemente que la clave está en ser persistente, creativo y aprovechar las oportunidades que surgen. En este momento, por ejemplo, salud y educación ya están incorporados en las normativas y estándares, lo que es coherente con la experiencia mundial. Estos son sectores que requieren condiciones óptimas, como los hospitales con sus pabellones, salas de recuperación y su alto consumo energético.

De hecho, en el programa de La Florida de 1991 ya habíamos incorporado certificaciones para establecimientos de educación y salud. Incluso se certificó un colegio en esa época, lo que muestra que la idea no es nueva. Me alegra que estas áreas ahora sean prioridad, porque es un avance lógico y necesario.

En ese sentido, ¿qué crees que falta desde el punto de vista de la reglamentación térmica?

Creo que hay un tema fundamental que siempre he señalado, la calefacción intradomiciliaria. Estamos en un mundo hiperconectado globalmente, con acceso a redes sociales e internet, pero seguimos teniendo estufas a parafina o a gas licuado con llama abierta dentro de las casas. A mi juicio, eso es completamente inaceptable, es como si todavía viviéramos en las cavernas, y no se condice con la modernidad que decimos tener como sociedad.

Además, hoy se exige hermeticidad en las viviendas, lo que incluye pruebas específicas para garantizar este estándar. Si tienes una vivienda bien sellada pero usas calefacción a parafina o gas licuado, los contaminantes que se generan pueden tener consecuencias gravísimas, incluso fatales. Esto es algo de lo que hemos hablado tanto con el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, como con el Ministerio de Medio Ambiente, y espero que se tomen medidas al respecto.

Otro tema importante es la regulación del manejo de residuos. Estamos muy atrasados en comparación con otros países, incluso dentro de nuestra región, que ya tienen reglamentación específica para los residuos en general, incluyendo los de construcción. Esto también está vinculado a la rentabilidad social de estos cambios y a los beneficios que generan para la población.

Finalmente, creo que falta mucha difusión sobre estos temas. La importancia de mejorar la reglamentación térmica en esta segunda etapa es enorme, pero a nivel poblacional hay muy poco conocimiento sobre sus beneficios sociales y económicos. Es necesario informar mejor a la ciudadanía.

Y, en términos generales de sustentabilidad, ¿qué desafíos crees que aún tenemos?

Creo que los desafíos son los mismos que hemos estado mencionando. Primero, el manejo de residuos, que es un área en la que estamos muy atrasados, tanto en la gestión general como en la de residuos de construcción. Luego, la falta de rentabilidad social percibida, la escasa difusión de los beneficios de estas medidas, y, por supuesto, los sistemas de calefacción intradomiciliaria.

Cuando hablo de calefacción intradomiciliaria, me refiero no solo a las viviendas, sino también a las oficinas. Recuerdo que cuando trabajaba en el Ministerio (de Vivienda), las estufas que se usaban eran a parafina o gas, y eso me parece completamente desactualizado.

Por otro lado, el mundo privado también tiene que asumir su parte. Como mencionaba antes, las condiciones ambientales afectan directamente el rendimiento de las personas. Si alguien pasa frío o calor mientras trabaja, no va a tener ganas de trabajar ni lo hará con eficiencia. Esto tiene un impacto directo en la productividad y en los resultados.

Por eso, diría que la sociedad en general, tanto el sector público como el privado, aún tiene un largo camino por recorrer en términos de sustentabilidad.

¿Qué mensaje le darías al sector de la construcción?

Agradezco los esfuerzos del Estado en esta materia, y, mi recomendación sería persistir, no bajar los brazos. Este es el camino correcto, aunque enfrentemos dificultades, como las que hemos vivido durante todos estos años, hay que ser creativos, arriesgarse y resistir. Las cosas suceden con trabajo constante y creativo.