Por Pabla Ortúzar, vicepresidenta del Consejo de Construcción Industrializada y socia de Archiplan.
Mucho hemos escuchado hablar de los conceptos de industrialización y sustentabilidad ligadas a la construcción en el último tiempo. Pero, ¿cuál es el rol de los arquitectos y nuestro quehacer en estas materias?
Hay quienes dicen que los arquitectos somos como directores de orquesta, que no necesariamente sabemos tocar cada instrumento a la perfección, pero que tenemos que conocer sus virtudes, sus sonidos, y en qué momento ellos deben entrar a escena para poder completar una sinfonía. Tradicionalmente, los arquitectos desarrollamos un proyecto y llegado a un determinado nivel de avance, debemos compartirlo con el resto de las especialidades, para luego coordinarlas y conjugarlas, haciendo las modificaciones necesarias al proyecto para que éste tome en cuenta todos sus requerimientos.
¿Qué pasa, entonces, con un proyecto industrializado? Pues bien, debemos estar dispuestos y coordinarnos desde el comienzo con todos quienes en él participan, es decir, lo que llamamos una Integración Temprana. Aquí es fundamental conocer las condiciones del proveedor de soluciones industrializadas con quien sea que vayamos a trabajar. Y ello no sólo se limita a la solución en sí, un proyecto industrializado debe considerar variables de transporte y montaje en su diseño, debe coordinarse con la constructora y debe conocer las condiciones del terreno donde se emplazará. No debemos olvidar que el éxito o fracaso de un proyecto, más allá de la edificación en sí, tiene que ver en cómo la edificación se emplaza en terreno y cómo son las relaciones de ésta con el barrio y sus vecinos. Esto último es una materia fundamental que los arquitectos debemos considerar en todos nuestros proyectos.
Ciertamente un proyecto industrializado tiene ventajas de sustentabilidad frente a un proyecto tradicional. Son proyectos que generan menos residuos, al considerar que la obra se transforma en un montaje más que una construcción. Bien coordinados son proyectos cuyo tiempo de ejecución en terreno es más corto, ya que hay faenas en fábrica y en obra que se traslapan, y permiten manejar un mayor grado de certeza, lo que se traduce en ventajas económicas.
No se trata, entonces, de crear una sinfonía y luego enseñarla a la orquesta y ensayar en conjunto la pieza. Se trata de que la sinfonía la creemos en conjunto, ajustando desde el comienzo los tonos, los tiempos, los silencios y las notas, para que, de este modo, seamos más eficientes, más productivos, y logremos crear proyectos que enriquezcan el barrio donde se insertan y sean un aporte a quienes lo habitan y a sus vecinos, porque nunca debemos olvidar que nuestro trabajo se trata de mejorar la vida de las persona, los barrios y las ciudades.