Como su tesis de grado de magíster, el abogado Luis Felipe Torres lanzó el texto “Contratos Colaborativos y Disminución de Controversias en Proyectos de Construcción”.
Luis Felipe Torres es abogado de la Universidad de Chile y Magíster en Administración de la Construcción de la Pontificia Universidad Católica. Es miembro del Colegio de Abogados, de la Sociedad Chilena del Derecho de la Construcción (SCHDC) y de la Asociación Latinoamericana de Derecho de la Construcción (ALDEC). Fue un activo colaborador del Comité de Modernización de Marcos Contractuales de Construye2025, mientras éste estuvo vigente.
A comienzos de junio, lanzó el libro “Contratos Colaborativos y Disminución de Controversias en Proyectos de Construcción”, publicado por Editorial Libromar; el que -según sus propias palabras- espera que sea un real aporte a la industria de la construcción en Chile, que sirva para impulsar el uso de los contratos colaborativos en Chile y para la difusión a nivel de pregrado, postgrado y profesional.
El libro “Contratos Colaborativos y Disminución de Controversias en Proyectos de Construcción” plantea que las controversias en la industria pueden reducirse significativamente usando contratos colaborativos. ¿Puede darnos ejemplos al respecto?
Efectivamente, mi tesis apunta a que el uso de contratos colaborativos contribuye a disminuir las controversias, ya que éstos propician una mejor comunicación y relacionamiento (de largo plazo) entre las partes, permitiendo que las diferencias puedan ser abordadas de manera precoz y resueltas mayormente entre las partes, por medio de soluciones de corto plazo, mirando el interés general del proyecto por sobre los intereses particulares que puedan tener las partes.
Desafortunadamente, mi investigación no contiene cifras que demuestren la disminución de las controversias que trae aparejado el uso de este tipo de contratos, ya que no existen estudios al respecto, ni en Chile ni en el extranjero. No obstante, lo llamativo de mi investigación, aparte de ser pionera, es que recoge experiencias reales de proyectos en el extranjero en los que se han evidenciado importantes beneficios al usar contratos colaborativos (se menciona el nombre del proyecto, localización, tipo de contrato y beneficios registrados).
Adicionalmente, se recogen estudios extranjeros en los que se mide el desempeño de los contratos colaborativos y otros estudios basados en encuestas, apuntando a los beneficios que traen este tipo de contratos para el aspecto del relacionamiento y confianza entre las partes.
Todo lo anterior constituye el “análisis bibliográfico” de mi investigación, el que posteriormente es contratado y confirmado con una encuesta que yo mismo preparé y apliqué a connotados expertos nacionales y extranjeros, a quienes pregunté por su opinión respecto a si consideraban que el uso de contratos colaborativos disminuye (o disminuiría) la cantidad de controversias, respuestas que fueron afirmativas en una enorme mayoría.
¿Cuáles son las principales causas de las controversias contractuales en la industria de la construcción chilena?
En mi libro hay un capítulo que se aboca a recopilar información y estudios que apuntan a explicar cuál(es) podría(n) ser la(s) causa(s) de las controversias en Chile. Cada autor y cada estudio propone un listado particular de causas y situaciones que gatillan las controversias, aunque mi estudio predilecto es el que realiza la Cámara Chilena de la Construcción, denominado “Estudio Sobre la Conflictividad Contractual en Empresas Socias de la Cámara Chilena de la Construcción” correspondiente al año 2021, en donde se identifican siete causas principales:
En mi apreciación, el denominador común que explica la mayoría de las causas está en el contrato de construcción y sus cláusulas. El contrato de construcción en Chile, concebido como un contrato tradicional y transaccional, establece una diferencia -en todo orden de cosas- entre el Mandante y el Contratista, generando una relación vertical y desequilibrada en la que cada parte vela por sus propios intereses.
En contrapartida, los contratos colaborativos constituyen una forma de contratación totalmente contrapuesta, en donde se busca igualdad y horizontalidad en la relación entre las partes, hay un alineamiento en los objetivos -que son comunes- y se propicia una comunicación fluida y fehaciente, que fomenta la confianza y las relaciones de largo plazo.
¿Por qué sintió la necesidad de escribir el libro? ¿No había información disponible sobre el tema?
En términos muy sencillos, el libro consiste en la publicación de mi tesis del Magíster en Administración de la Construcción de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Con esto quiero decir que la investigación era parte de la malla curricular del magíster y que se articuló conforme a los lineamientos y directrices de la UC. Respecto al tema, efectivamente lo elegí porque en Chile no existe experiencia en el uso de este tipo de contratos (pero en el extranjero sí hay bastante experiencia) y, además, hay muy poco material escrito en Chile respecto a este tema.
Finalmente, y como dije anteriormente, el tema es pionero, porque no hay ningún estudio que indague en el efecto del uso de los contratos colaborativos para disminuir controversias.
El libro fue publicado y está a la venta en Editorial Libromar, en su tienda física y a través de internet, en el siguiente LINK.
Construye2025, junto con la Cámara Chilena de la Construcción organizaron un encuentro sobre las nuevas tendencias en contratos de construcción, en la que participaron representantes del Comité Gestor de Modernización de Relaciones Contractuales, de Construye2025, importantes directivos del gremio y el Instituto de la Construcción.
Victoria Peckett, abogada socia de Clyde & Co UK y especialista en contratos colaborativos, revisó los desafíos vinculados a la relación contractual entre empresas constructoras, mandantes y otros actores del ecosistema, poniendo énfasis en la transparencia y el riesgo compartido asociados a los contratos colaborativos.
“Todas las decisiones clave para el proyecto las realiza el dueño o el gestor de proyecto. No sólo las cláusulas son importantes”, explicó la abogada. De ahí que este tipo de contratos se haya instalado en los países desarrollados en las últimas décadas, puesto, que las ventajas no son pocas para las partes: se reduce la incerteza de un proyecto, baja el costo y se reduce el tiempo de ejecución.
Lo anterior fortalece la relación contractual y permite detectar los obstáculos que podrían frenar el desarrollo del proyecto en forma temprana. Pero, eso sí, hay que tener una mentalidad distinta, recalcó Victoria Peckett. “Esto genera un trabajo conjunto constante, donde hay que ir revisando los problemas y generando reuniones en las que se requiere de un diálogo abierto y tiempo administrativo”, sostuvo.
En este sentido, los contratos colaborativos abren grandes oportunidades que, finalmente, benefician a toda la industria, pero que requieren de reglas claras para las partes que deben respetarse a lo largo de toda la relación contractual. De esta manera, cualquier inconveniente no debiera pasar a mayores sino resolverse por medio del diálogo y la empatía. La especialista habló sobre cómo actuar de manera eficiente trae como resultado ahorro de tiempo y dinero. “Si hay oportunidades tempranas de diálogo hay más oportunidades de innovación. La flexibilidad es importante para lograr la innovación. El intercambio de documentación y la identificación temprana de riesgos”, precisó.
“Actuar de manera eficiente trae como resultado ahorro de tiempo y dinero. Si hay oportunidades tempranas de diálogo hay más oportunidades de innovación. La flexibilidad que ofrecen estos contratos es importante para innovar”, destacó Victoria Pecket.
En este contexto, la especialista de Clyde & Co UK comentó que una estrategia colaborativa debe procurar que los tiempos y los recursos sean los adecuados y para ello, el intercambio de documentación y la identificación de riesgos deben hacerse tempranamente. El reto está en decidirse a trabajar de esta manera.
“Creo que este planteamiento es una muy buena oportunidad para avanzar en los contratos de construcción, sin embargo, esto requiere un cambio cultural y falta mucho para poder bajarlo a nuestra realidad”, afirmó Lucio Ricke, director del Instituto de la Construcción tras escuchar la exposición de la abogada.
“En el sector de la construcción nos hemos quedado atrás en el desarrollo de marcos contractuales que permitan equilibrar los riesgos y responsabilidades inherentes a sus obras. Desde Construye2025, hemos venido trabajando en articular el desarrollo de un manual y glosario de contratos de construcción, desarrollo que hemos compartido con importantes y destacados profesionales del sector. Esperamos que este trabajo pueda ser promovido e incorporado, para así avanzar hacia contratos colaborativos, que promuevan la integración temprana de actores”, señaló Marcos Brito, gerente del programa impulsado por Corfo.
“Agradecemos enormemente a Victoria Peckett, por haber compartido con nosotros su destacada experiencia y visión, así como a la Cámara Chilena de la Construcción, por haber hecho posible esta reunión en sus dependencias”, añadió Brito.
A juicio de la exvicepresidenta de la Sociedad Chilena de Derecho de la Construcción, hoy se vive una crisis bastante importante, lo que exige soluciones más desafiantes y dejar de hacer lo que hemos venido haciendo por años.
En el 14º Congreso Anual de AICE, la abogada por la Universidad de Chile y Master of London School of Economics and Political Science, expuso el tema “De la Competencia a la Colaboración: el cambio que se viene en Proyectos de Construcción”, en la que se refirió al estado actual de las relaciones contractuales en la industria y la importancia de hacer un cambio de paradigma en los profesionales que integran el sector, de manera de prevenir el surgimiento de controversias y mejorar los niveles de productividad.
Con más de 20 años de experiencia en Derecho de la Construcción en Chile y otros países de Latinoamérica, Radovic es especialista en manejo de conflictos para contratos de ingeniería y construcción y árbitra del Centro de Arbitraje y Mediación de la Cámara de Comercio de Santiago, Dispute Board de la Cámara de Comercio de Lima, Mediadora, representante en Chile de la Dispute Resolution Board Foundation y fundadora y exvicepresidenta de la Sociedad Chilena de Derecho de la Construcción.
Desde una de sus visitas como Dispute Board a varios proyectos en Perú, la profesional conversó con AICE y profundizó en los temas presentados.
¿Cuál es la visión de cambio necesaria para el sector construcción?
No solo en Latinoamérica, sino que también en el mundo, los resultados de los proyectos están en franco detrimento y, en el fondo, la idea más básica de todo esto es tomar conciencia que si seguimos aproximándonos en la gestión de los proyectos con una mirada transaccional, competitiva y cortoplacista, no vamos a tener mejores resultados, porque eso ya lo probamos y no está dando los resultados que daba, a lo mejor, hace 50 años atrás.
Y esto tiene que ver con un cambio del escenario en el cual se desarrollan los proyectos: un escenario país mucho más complejo, más incierto, más dinámico, más intrincado, donde ya no nos podemos dar el lujo de competir entre las dos partes de un proyecto. Al parecer, la solución que nos permitiría avanzar es hacer un cambio cultural en el que las dos partes aprendan a ser más asertivas y honestas y aprendan a trabajar de manera mancomunada para resolver los muchos obstáculos que los proyectos van presentando a lo largo de su ejecución, en vez de competir en cada una de las decisiones para ganar yo y perder tú.
Esto habla de productividad con sostenibilidad.
Exacto, en este caso, uno también podría mirarlo como una forma de sostenibilidad, pero en este caso sería la sostenibilidad de los vínculos comerciales del sector de la construcción. Quizás hoy puedo ganarte en algún aspecto específico de este contrato, pero lo más probable es que te pierda como contratista o bien, la próxima vez que trabajemos juntos quieras resarcirte por el abuso que cometí, entonces eso va detrimentando el mercado y las posibilidades de mejorar resultados en proyectos futuros. Entonces, al ser relaciones de largo plazo, las tenemos que construir y aprender a cuidar.
¿Esta visión con los proveedores y contratistas es posible extenderla a la relación con las comunidades de cada proyecto?
Este es un paradigma que debiera afectar las relaciones de las partes de un proyecto con todos los stakeholders de los proyectos y uno de ellos es la comunidad. Al menos la actitud debe ser de escucha, de diálogo y de cooperación, en la medida que las posiciones de los distintos actores puedan ser trascendidas y podamos mirar los intereses de cada uno para encontrar puntos de intersección entre todos y crear soluciones que permitan satisfacer la mayor cantidad de intereses, siempre teniendo presente los objetivos del proyecto, que son el marco en el que deben centrarse las soluciones.
¿Es un cambio cultural el que se necesita?
Esto surge hace muchos años atrás en el sector de la construcción de países más desarrollados y acá está llegando recién como una tendencia. Entonces uno puede partir por la cultura, pero en Latinoamérica es difícil, porque aún tenemos una cultura en la que impera la competencia y la falta de transparencia. Por ello, lo que podemos hacer es empezar a conocer herramientas que en los países desarrollados utilizan desde hace varios años y a partir de esas mejores prácticas, ir cambiando la cultura. Se trata de estándares contractuales, mecanismos de gestión de conflictos, procedimientos y metodologías que han dado muy buenos resultados, tanto para preservar las relaciones contractuales como para obtener mejores niveles de productividad en los proyectos.
Se habla poco de los marcos contractuales en Chile.
En Chile todavía estamos muy en pañales en el tema del conocimiento y uso de estándares contractuales internacionales. Para poder avanzar en Chile, es clave que los profesionales, ingenieros y abogados de la industria de la construcción tengan acceso a estas herramientas, que las conozcan y aprendan a aplicarlas. A nivel internacional, existen varios estándares contractuales como FIDIC, NEC, FAC-1, que han dado mucho mejores resultados que las fórmulas tradicionales que usamos en Chile y que han sido diseñadas por ingenieros especialistas a la medida de este tipo de proyectos y que están dando buenos resultados, porque permiten trazabilidad, predictibilidad, confianza entre las partes y mejores rendimientos.
Sector público: normativa atrasada
¿Qué pasa con el Estado en las relaciones contractuales?
Han empeorado por dos factores, porque cuando hablamos de contrataciones del Estado y de obras públicas, estamos hablando de satisfacer necesidades públicas; es decir, acá hay un cliente final, que son las personas, que muchas veces son los que pagan el precio de los conflictos entre las partes, que se producen en construcción en obra pública. Y en segundo lugar, también relacionado con lo mismo, porque los fondos que se usan para construir estos proyectos son fondos de todos los chilenos y, por tanto, existe un nivel de exigencia mayor en su utilización. Como si esto no fuera poco, existe un tercer factor, que es el actual marco normativo del sector público para realizar contrataciones del Estado que, en el caso de Chile, es extremadamente anacrónico y rígido. Estas normativas requieren urgentemente ser modificadas y reemplazadas por una regulación más acorde a la realidad actual. Por ejemplo, para expresamente permitir que el Estado utilice estándares contractuales internacionales, que hoy es absolutamente imposible con la Ley de Concesiones y el Reglamento de Obras Públicas.
¿Y se está haciendo algo para cambiar esa situación?
Sé de algunos actores de la construcción que se especializan en obra pública, que están trabajando con la Cámara Chilena de la Construcción en esto, pero a un paso bastante lento y a nivel más bien doctrinario. Mientras la autoridad no tenga conciencia del problema, no lo entienda y, por tanto, no lo priorice, a través del Ministerio de Obras Públicas, esto no va a avanzar.
¿Cuáles serían las mejoras que deberían hacerse para mejorar los marcos contractuales?
El marco regulatorio hay que modificarlo sí o sí, y en ese contexto, lo ideal sería una norma que expresamente permitiera al Estado utilizar en sus contrataciones de obras, estándares internacionales de contratación, con enfoques más flexibles y más colaborativos, de todas maneras menos autoritarios. Lo bueno que tienen esos estándares contractuales es que han sido probados durante muchos años en el mundo, con buenos resultados, mejores que los que tenemos en Chile, en términos de productividad, tanto en plazos como en calidad de las obras, y en costos, pero además, incluyen los mecanismos de gestión de conflictos entre las partes, que previenen llegar a un arbitraje o a un litigio, por lo tanto, pueden generar un importante ahorro para el Estado chileno, que hoy se están produciendo en los contratos de construcción de obra pública en Chile.
Además de que el costo implementación de estos contratos, versus sus beneficios económicos que traen aparejados, son bajos. Se puede ir haciendo de manera gradual o para ciertos proyectos de infraestructura pública que sean especialmente críticos e importantes para Chile.
Hablamos de ahorros en tiempo e inversión.
Claro, ahorros en plazos, para poder llegar con las obras no tan atrasadas como hoy, también de mayores costos que hoy se generan en la ejecución de los proyectos y, además, costos que se generan en los litigios a los que dan lugar los contratos de obra pública hoy.
También esto apunta a la relación entre privados.
Claro, pero la situación en el caso del Estado y privados es más grave.
Enfoques contractuales más colaborativos
En este contexto, ¿cómo ves la situación de la profesión de los ingenieros estructurales hoy y cómo es posible que estos profesionales se protejan?
Es súper importante esta pregunta, porque, de alguna manera, los enfoques más colaborativos de los que hemos estado hablando, integran a todos los actores de un proyecto, juntos, desde el inicio. En este caso, por ejemplo, el ingeniero calculista participa desde el inicio junto con el mandante y el contratista, y es parte de las decisiones más importante del proyecto, no como ahora que las decisiones se van tomando de manera fragmentada y secuencial. Cuando usamos enfoques contractuales más colaborativos, todos los actores, incluso los subcontratistas, se reúnen desde el inicio y actúan mancomunadamente como un equipo que está alineado hacia los mismos objetivos.
En ese sentido, ¿los ingenieros estructurales tienen que transitar hacia un trabajo más colaborativo?
Así es, pero es un trabajo colaborativo donde cada profesional se debe ver a sí mismo como un elemento interconectado con los demás.
Para esto, la tecnología es clave, porque con el uso de medios tecnológicos podemos llevar esa colaboración a la realidad con mayor eficiencia, no solamente usando BIM, por ejemplo, sino que otras plataformas que permiten ese trabajo colaborativo a distancia de manera eficiente, porque son muchos los actores y mucha la información que hay que manejar.
¿Qué mensaje le envías a los socios de AICE?
Los invito a reflexionar e investigar sobre estos temas, porque quizás no suenan como que fuera un tema muy técnico, pero, al menos mi experiencia fuera de Chile, participando en proyectos de construcción de gran envergadura, donde se ha utilizado enfoques contractuales colaborativos, es diametralmente opuesto a lo que se da en Chile. Entonces, si soy un profesional de la ingeniería que quiero obtener buenos resultados y, además, una experiencia positiva, porque con los enfoques competitivos que estamos usando hoy nadie lo pasa bien, el trabajo es muy estresante y los resultados son más bien pobres, yo los invitaría a investigar, a informarse y a tratar de encontrar experiencias concretas y reales, como por ejemplo, la implementación de las obras para los Juegos Panamericanos de Lima 2019, en Perú, donde se utilizaron contratos NEC 3 y los resultados fueron muy satisfactorios.
Espero que de a poco que no solamente los ingenieros, sino que los profesionales que trabajan en proyectos de construcción en Chile nos interesemos por estos estándares y empecemos a empujar los cambios necesarios para que el sector de la construcción vuelva a ser un aporte clave para la economía en Chile.
Fuente: AICE
Por Ricardo Nicolau del Roure, presidente del Instituto de Ingenieros y miembro del Consejo Directivo de Construye2025.
En la actualidad, en la mayoría de los proyectos de inversión cuando éstos llegan a su fase de materialización, la alternativa contractual más utilizada para la construcción es del tipo confrontacional, situación donde mandantes y contratistas resguardan celosamente sus intereses comerciales y donde, además, procuran protegerse de los riesgos que, en general, no son correctamente asignados a las partes que intervienen en el contrato. Esta evidente falta de alineamiento entre los intereses de las partes y los objetivos del proyecto traen como resultado incrementos en los costos, alargamiento de los plazos e impactos en la calidad y la seguridad de las obras.
Como consecuencia de este repetido escenario, se ha vuelto evidente que los dueños o mandantes de proyectos debiesen considerar formas alternativas de relacionamiento con sus contratistas, abandonando las prácticas contractuales confrontacionales. Como una salida a estos escenarios que, por lo general, desembocan en situaciones en que “todos pierden”, se han desarrollado, principalmente en el mundo anglosajón, sistemas contractuales denominados genéricamente “contratos colaborativos”, que involucran conceptos, tales como alianzas o “partnering”, y también, la integración temprana, total o parcial, de los participantes en un proyecto (léase: dueños, proyectistas, contratistas y proveedores principales).
Dentro de estos marcos contractuales colaborativos, existe una variada gama o niveles de colaboración, desde tibios acercamientos tempranos con proveedores y contratistas con el dueño y su equipo de diseño, hasta los denominados Contratos IPD (Integrated Project Delivery), en los cuales los participantes trabajan, desde muy temprano, integrados en un solo contrato. Estos esquemas han probado ser exitosos en los últimos años, en proyectos complejos en países como Australia y USA, donde las estadísticas muestran mejoras en costos y plazos del orden del 15 al 20%, respecto de esquemas tradicionales.
Sin embargo, a pesar de los éxitos obtenidos a la fecha, la adopción de estos marcos contractuales ha sido lenta, debido a factores tales como: falta de conocimiento y experiencia de los dueños en cómo llevar adelante esquemas de estas características; falta de “socios” dispuestos a aventurarse y sortear los riesgos de algo desconocido. Por otro lado, las instituciones financieras que normalmente concurren a financiar los proyectos, tampoco se sienten cómodas en un ambiente relativamente incierto donde deberán asumir ciertos riesgos, distintos a los que asumen en contratos a suma alzada. Y cuando se trata de mandantes públicos, la dificultad es prácticamente insalvable, pues están obligados a licitar todas las etapas de un proyecto y adjudicarlas al postor con el menor valor, que cumpla técnicamente. Con esto, cualquier tipo de colaboración queda fuera del depurado.
Afortunadamente, tal como lo señalamos, existen muchos matices y niveles de colaboración posibles, por lo que no estamos frente a una situación de “todo o nada”, y hay numerosas buenas prácticas de colaboración que es posible adaptar de los contratos IPD u otros similares, que han sido utilizadas para conseguir alinear los intereses y objetivos de los participantes en un proyecto.
Ahora bien, para ser disruptivos en estas materias y adoptar contratos más colaborativos, es necesario que los dueños o mandantes comiencen por entender cabalmente los elementos que hacen “colaborativo” a un contrato y el amplio rango que esa colaboración puede abarcar. Enseguida, deben evaluar sus propias capacidades y la preparación de su personal y cuadros técnicos para enfrentar el desafío. El paso siguiente, es la cuidadosa y trascendental elección de los “socios” que le acompañaran. Finalmente, una tarea esencial a cumplir muy temprano, es desarrollar una descripción completa y detallada del proyecto, sus objetivos y sus restricciones.
Reflexiones finales:
+ Los contratos colaborativos o del tipo IPD no son aptos para todos los mandantes. No obstante, la adopción de prácticas colaborativas mejorarán los resultados.
+ Transitar desde marcos contractuales confrontacionales a modelos colaborativos no es tarea sencilla y requiere, necesariamente, construir y mantener relaciones de confianza y colaboración para superar las dificultades.
+La llave para abrir la puerta a “Contratos Colaborativos” la tienen los dueños de los proyectos, y será su decisión si estas modernas prácticas contractuales tienen un futuro en el país.
Por Harrison Mesa, académico Escuela Construcción Civil Pontificia Universidad Católica de Chile y miembro del Comité Gestor de Modernización de Marcos Contractuales de Construye2025.
El sector de la arquitectura, ingeniería y construcción (AIC) atraviesa por un cambio en la cultura de cómo desarrollar sus proyectos. Mientras que el project delivery system (método de desarrollo) de Diseño – Licitación – Construcción continúa siendo la alternativa más común; en la que el mandante primero contrata a una empresa de arquitectura/ingeniería para preparar los diseños y luego, a través de un proceso de licitación, selecciona a un constructor para que ejecute el proyecto; existe una necesidad y un alto interés del sector de la AIC en modernizar los métodos tradicionales e implementar nuevos métodos para mejorar la coordinación, integración y colaboración de los participantes, y, por ende, el desempeño del proyecto (p. ej., costo, tiempo, calidad y sustentabilidad).
En términos generales, el método de desarrollo (project delivery system) define los roles y las relaciones entre los participantes (estructura organizacional); la secuencia de los eventos y las técnicas de gestión (sistema operacional); y las responsabilidades contractuales para definir, diseñar, construir y operar un proyecto (relación contractual)[1]. Los métodos tradicionales más comunes en el sector de la AIC son Diseño – Licitación – Construcción (DBB, por sus siglas en inglés), Diseño – Construcción, Ingeniería – Adquisiciones – Construcción (EPC, por sus siglas en inglés). Finalmente, los nuevos métodos son Integrated Project Delivery (IPD), Lean Project Delivery (LPD), Project Alliancing (PA), Asociaciones Público – Privadas (p. ej., DBFOM, por sus siglas en inglés).
Esta gran diversidad de métodos representa, a su vez, un gran desafío a la hora de decidir cuál de ellos usar. Muchos de los problemas del sector de la AIC tienen sus orígenes en la aplicación del método de desarrollo debido a la forma en que los participantes de los proyectos toman las decisiones para su diseño y selección. El proceso de toma de decisiones sigue siendo intuitivo y se basa en la experiencia previa. En la cultura tradicional, todavía prospera, por ejemplo, que el mandante resuelva los problemas basándose en su ingenio y sus creencias.
El mandante, inicialmente, debe diseñar un método de desarrollo apropiado para cada proyecto. Es decir, un método en particular, por ejemplo, DBB, no es adecuado para todos los proyectos. Un desempeño deficiente de un proyecto no siempre radica en la aplicación de métodos tradicionales, ni un mejor desempeño radica en la aplicación de nuevos métodos. Pero sí radica en la comprensión y el conocimiento para diseñar y seleccionar un método apropiado para un proyecto en específico. Es necesario tomar una decisión racional para la selección y aplicación de un tipo de método, según las características del proyecto y de su mandante.
El diseño y selección de un método de desarrollo no solo implica la negociación del tipo de contrato, que normalmente estipula cláusulas que definen principalmente cómo ejecutar los procesos; sino que también hay que considerar cómo los participantes del proyecto se deben comportar y relacionar, y qué herramientas y metodologías (p. ej., BIM, Lean) van a utilizar para realizar el proyecto.
El diseño y selección debe enfocarse en un marco que integre los elementos de la estructura organizacional, sistema operacional, y la relación contractual de acuerdo con las características del proyecto. La optimización solo de una parte, por ejemplo, BIM como sistema de gestión, sin considerar el todo, probablemente no dará los resultados esperados.
Desde el programa Construye2025 se está trabajando en la articulación de diferentes iniciativas para lograr esta integración, entre ellas: Construcción Industrializada, Estrategia RCD, Comité Gestor de I+D y el Comité Gestor de Modernización de Marcos Contractuales. Este último comité, que está conformado por diferentes actores del sector de la AIC y la academia, busca contribuir en la generación y difusión de conocimiento para modernizar los marcos contractuales que se usan en la construcción en Chile, y así alcanzar un nuevo estándar de contratos, que disminuya los conflictos en proyectos de construcción, para mejorar la productividad en la industria y transformarla en un referente internacional.
Asimismo, el Comité está trabajando en forjar una alianza con el Grupo Institucional de Relaciones Contractuales Justas y Equilibradas de la CChC. El propósito es aunar fuerzas entre las instituciones para impulsar y consolidar una cultura de relaciones contractuales más justas, equilibradas y colaborativas en toda la cadena de valor del sector de la construcción.
[1] Thomsen, D.,.J., Dunne, D., Lichtig, W.A., 2009. Managing integrated project delivery.