Por Rodrigo Becerra Arias, jefe de Vinculación con el Medio, Escuela de Ingeniería de Construcción y Transporte Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
Como Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, a través de la Escuela de Ingeniería de Construcción y Transporte, desde el año 2017 formamos parte de la gobernanza del programa Construye2025 de Corfo, con participación, primero, en su Consejo Directivo y, actualmente, también en el Comité Ejecutivo.
Desde este rol, hemos tenido la oportunidad de aportar a enfrentar los desafíos de la hoja de ruta del programa con nuestras capacidades asociadas al quehacer de la Universidad: docencia, investigación y vinculación con el medio, en el contexto de un espacio público-privado en el cual participan instituciones del Estado, de la academia, representantes de los gremios y de la empresa en general.
Este vínculo es bidireccional debido a la valiosa retroalimentación que recibimos desde las organizaciones, de la mirada común del sector y de la industria de la construcción, las que nos han impulsado a mejorar nuestro quehacer en términos de los planes de estudio, la formación de nuestros estudiantes, la pertinencia de nuestra investigación y las capacidades de nuestros laboratorios e infraestructura.
Nuestra participación en Construye2025 nos hace absoluto sentido al coincidir en diversas aristas: tanto la hoja de ruta inicial como la actualizada, plantean objetivos que están asociados con nuestras líneas de investigación, que son coherentes con la actividad que realizamos, entre ellas, la pertinencia de nuestro cuerpo académico y la orientación formativa que queremos darle a nuestros profesionales. Asimismo, la Universidad en su constante relación con el medio, avanza de manera bastante pionera y decisiva en tópicos que hoy ya son un consenso en la hoja de ruta del programa, como es la sustentabilidad en la industria de la construcción, la productividad y la transformación digital.
Todo esto no sólo relato, sino que se materializa en la actualización de mallas curriculares, desarrollo de proyectos de título en sintonía con la hoja de ruta, ejecución de iniciativas con empresas y con organismos públicos, el fortalecimiento del Magíster con mención en Gestión de la construcción (MIC), así como también en la línea de las publicaciones que desarrolla nuestra Escuela.
Algunos ejemplos tienen que ver con los trabajos llevados a cabo en materia de BIM, Industrialización, Estandarización, Gestión de residuos, Contratos Colaborativos y otros que están asociados a resiliencia frente a la emergencia climática.
Todas estas adaptaciones las hemos efectuado en diálogo con la industria y con los actores de los sectores público y privado que están desarrollando proyectos, no sólo en el área de la edificación, sino también de infraestructura crítica para el desarrollo. Otro actor relevante para la materialización de dichas mejoras es nuestra red de ex alumnos, los Alumni PUCV, que están en todo Chile y en todas las áreas de la construcción, quienes son, sin duda, embajadores de este sello valórico y formativo que significa formarse en nuestra Universidad.
El programa Construye2025, de carácter estratégico para una industria compleja y relevante para el país como es la construcción, nos fija una ruta con ejes claros y cuyos desafíos debemos enfrentar con asociatividad, capacidad de amplificar a regiones, a distintos segmentos de empresa y a distintos subsectores dentro del mismo rubro, además de gradualidad en atención a las contingencias que afectan a la industria y al contexto económico que vive el país, pero que no puede dejar en ningún caso de atender urgencias como por ejemplo, lo que estamos viviendo hoy respecto a los efectos de la emergencia climática. Es un consenso que el desarrollo de la construcción en Chile va de la mano con productividad, con reducción de costos (optimización de recursos) y con beneficios a largo plazo para los usuarios de las edificaciones e infraestructuras también.
Adicionalmente, otro foco debe estar puesto en la sustentabilidad. Un ejemplo de una buena forma de enfrentar los desafíos de la industria y de la hoja de ruta es lo que se realizó en el APL (Acuerdo de Producción Limpia) que impulsó la Cámara Chilena de la Construcción en la región de Valparaíso y que hoy se va a replicar en otras regiones del país.
Como PUCV, en particular, destacamos el trabajo que estamos impulsando con algunas empresas, en particular Polpaico, con la que hemos desarrollado tesis y trabajos de final de titulación relacionados con el tratamiento de los restos de sus faenas productivas.
En el contexto de la sustentabilidad, un proyecto relevante es el de revalorización de algunos residuos que Polpaico recupera producto del mal cubicaje, con el objetivo de recuperar áridos del proceso de construcción y también hay unos residuos que se originan en el lavado de los áridos que son unos lodos, con los cuales la idea es generar elementos constructivos no estructurales, pero que le den una salida a ese material que actualmente se dispone en botaderos. Representa una vuelta de mano para el entorno ya que se recupera un recurso que se está extrayendo desde zonas que son bastante vulnerables como las riveras de ríos.
De manera adicional, hemos generado trabajos con la comunidad, en particular acá en Valparaíso, para profundizar la relación que debemos tener como universidad que permita permear el conocimiento que estamos produciendo hacia el ámbito comunitario y trabajar con estas comunidades que se hacen cargo de los territorios y de su espacio, y así regenerar un sistema sustentable no solamente desde el punto de vista ambiental, sino que también social. Se trata de una labor que llevamos a cabo como Escuela de Ingeniería en Construcción y Transporte porque es parte de nuestra vocación, pero que también es una línea de trabajo institucional.
AZA Acero Sostenible, CAP, CBB, Polpaico y Melón cumplieron con el 100% de las metas y acciones de este primer acuerdo voluntario liderado por Acción Empresas junto con la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático, con apoyo de los ministerios de Salud y Medio Ambiente y el Servicio Agrícola y Ganadero.
Con la meta de minimizar la generación de residuos sólidos y aumentar su valorización entre los años 2018 y 2021, se llevó a cabo una iniciativa público-privada liderada por Acción Empresas en conjunto con la Agencia de Sustentabilidad y Cambio Climático (ASCC), el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) y los ministerios de Salud y Medio Ambiente. Esta alianza, denominada Acuerdo de Producción Limpia (APL), estableció metas a las compañías participantes para certificar a quienes las cumplieran en un 100%
42 empresas de distintos rubros adhirieron voluntariamente el APL, certificando un total de 72 instalaciones. Entre nuestros socios, se sumaron a la iniciativa AZA Acero Sostenible, CAP, CBB, Polpaico y Melón, quienes participaron en la ceremonia de certificación realizada de forma telemática el pasado 24 de enero y que contó con la participación de Marcela Bravo, gerenta general de Acción Empresas, Giovanni Calderón, director ejecutivo de la ASCC, además de los representantes de las compañías certificadas.
La importancia de la certificación de APL para los socios de ICH
Para Carolina Zúñiga, subgerente de Medio Ambiente y Sostenibilidad de Cbb, la obtención de este sello “reconoce el compromiso de Cbb con la sostenibilidad y el crecimiento responsable, en beneficio de las comunidades y sociedad en general” y agregó que “como empresa, llevamos más de 60 años innovando y desarrollando iniciativas que generan valor agregado a nuestros distintos públicos de interés, a través de nuevos productos, servicios y mejoras en nuestros procesos”.
“Además, desde nuestros inicios estamos trabajando con el concepto de economía circular, y recibir esta certificación es un paso importante para nosotros, y para este 2022 participaremos en un nuevo APL de Economía Circular para nuestras plantas de Hormigones de Chuquicamata y planta de Cal de Copiapó”, adelantó. En el caso de CBB, se certificaron la planta de cementos en Teno y el edificio corporativo de la firma.
Desde Polpaico, mostraron su emoción por el cumplimiento del 100% de las metas establecidas en el APL. “Nuestro compromiso con la economía circular ha significado un gran cambio cultural en Polpaico BSA, permitiéndonos, entre otros logros, reducir en un 50% los residuos dispuestos en rellenos sanitarios en las plantas de Mejillones y Coronel, y un 26% en Cerro Blanco. ¡Seguimos adelante por Una Vida Mejor!”
En AZA Acero Sostenible, por su parte, destacaron la implementación de “una serie de medidas, entre ellas la elaboración de un compromiso firmado, la creación de un diagnóstico de la situación de sus residuos, la definición de acciones y metas a cumplir, además de una constante medición y monitoreo” que les permitió certificar a sus plantas ubicadas en las comunas de Colina y Renca.
Los otros socios de ICH que participaron en esta iniciativa fueron CAP, que certificó las instalaciones de su planta en Maipú, y Melón, que realizó el mismo proceso para las instalaciones de su planta de cemento en La Calera.
Para conocer más detalles de la importancia de esta certificación y su impacto en los sectores productivos, revisen AQUÍ.
Fuente: ICH