Por Francisco López, subsecretario de Energía.
En Chile nos hemos puesto la meta de ser un país Carbono Neutral al 2050. Es por eso que estamos impulsando decididamente una serie de iniciativas.
Entre ellas, están el plan de cierre de centrales a carbón, el fomento de las energías renovables, el desarrollo de una industria de hidrógeno verde, y la electromovilidad.
Todos estos pilares estratégicos son necesarios y están siendo abordados de manera sistemática por el Ministerio de Energía. Pero sabemos que es la eficiencia energética la que más contribuye a esa meta: representa más de 35% de las reducciones de gases de efecto invernadero proyectadas al 2050.
A mediados de enero, el presidente Sebastián Piñera promulgó la primera Ley de Eficiencia Energética (N°21.305), que promoverá el uso eficiente de la energía que hoy nos conecta, nos ilumina y nos abriga.
Con su puesta en ejecución, lograremos al 2030 una reducción de la intensidad energética del 10%, un ahorro acumulado de US$15.200 millones y una reducción de 28,6 millones Toneladas de CO2: lo anterior equivale a evitar el recorrido anual de 15,8 millones de vehículos livianos o a la absorción anual de 1,8 millones de hectáreas de bosque nativo.
Esta ley exigirá a los grandes consumidores que implementen sistemas de gestión de la energía. Con ello, reducirán sus consumos de manera sistemática, bajando también sus costos económicos y aumentando la productividad.
Se exigirá también nuevos estándares de eficiencia energética para el parque vehicular nuevo, promoviendo la electromovilidad. Esta ley, además, declara al hidrógeno, expresamente como combustible.
Las edificaciones nuevas tendrán un etiquetado como el que hoy tienen los electrodomésticos o vehículos. ¿Por qué esto es importante? Porque las edificaciones consumen casi un cuarto de la energía total del país, y parte importante de ésta se destina a calefacción.
De esta manera, la ley de Eficiencia Energética establece que edificaciones nuevas, como viviendas, edificios de uso público, edificios comerciales y edificios de oficinas, cuenten con una Calificación Energética para obtener la recepción final o definitiva.
Esta etiqueta deberá incluirse en toda publicidad de venta que realicen empresas. La norma es aplicable a empresas constructoras e inmobiliarias y a Servicios de Vivienda y Urbanismo. Además, la ley crea el registro de evaluadores, quienes realizarán las calificaciones energéticas de las edificaciones.
Desde lo práctico, creemos que esta indicación de la ley será muy positiva para las personas, pues este etiquetado -por ejemplo- permitirá a las familias tomar una decisión informada a la hora de comprar una vivienda y así optar por la que represente un mayor confort térmico, que considere por ejemplo el uso de equipos eficientes, o energías renovables no convencionales; permitiendo así un mayor ahorro en calefacción, enfriamiento, iluminación y agua caliente sanitaria.
En concreto, la etiqueta de eficiencia energética mostrará cuál es el porcentaje de ahorro en la demanda de energía para lograr calefacción, enfriamiento e iluminación apropiados para la vivienda, y el nivel de eficiencia energética en función del porcentaje de disminución de la demanda de energía. Gracias a ello, las viviendas contarán con una etiqueta con colores, porcentajes y letras, que van desde la A+ a la G, siendo esta última la menos eficiente, mientras que la letra E representa el estándar actual de construcción.
La Ley de Eficiencia Energética es un gran paso, y nos abre grandes posibilidades de acción a todos para reducir nuestra huella de carbono, para ahorrar en costos económicos, para lograr nuestra meta de carbono neutralidad, y mejorar además de manera considerable nuestra calidad de vida.