Por Ian Watt, presidente de la Asociación de Ingenieros Civiles Estructurales (AICE).
El llamado a un mundo sustentable es cada vez más fuerte en todos los ámbitos y el rubro de la construcción no es una excepción. Como una de las industrias motoras de la economía nacional, es de vital importancia que reduzcamos lo más posible el impacto de nuestra actividad sobre el medio ambiente.
Hasta ahora, nuestro rol principal como ingenieros ha sido buscar estructuras seguras, resistentes y funcionales, haciendo un uso eficiente de los recursos. Y nuestra misión no ha variado con el tiempo, sino que ahora tenemos que agregarle el reto de incorporar nuevos materiales, procesos y tecnologías para enfrentar este singular desafío. En un mundo con recursos naturales finitos, debemos considerar la sustentabilidad económica, social y ambiental de nuestros proyectos dentro de las variables de diseño.
Es tiempo de analizar cómo podemos impactar en cada una de las etapas del ciclo de vida de un proyecto, impulsando una transformación conceptual de cómo enfrentamos estos desafíos. Ya no podemos concentrarnos solo en el costo inicial, sino que debemos incorporar todos los otros costos asociados. Por ejemplo, en el caso de puentes, los presupuestos de mantención y demolición pueden exceder muchas veces el costo de construcción inicial, pero esto muy pocas veces se toma en consideración. Asimismo, es importante que aumentemos el uso de sistemas de protección sísmica como la aislación basal y la disipación de energía, de manera de reducir el potencial de daños frente a una de las fuentes principales de amenaza a nuestras estructuras, como son los terremotos.
Es un desafío también que como especialistas nos abramos a nuevas tecnologías de materiales. Chile cuenta con el potencial de ser un experto en el diseño y construcción en madera, un material sustentable por esencia. El hormigón del futuro será desarrollado principalmente con materiales reciclados, pilar básico de una economía circular, y nuestro país ya cuenta con varias iniciativas explorando estas soluciones. Y con constantes avances en investigación de materiales, no sabemos qué nuevas maravillas tecnológicas estarán a nuestra disposición en las próximas décadas.
Pero la ingeniería sustentable no solo involucra nuevas estructuras, sino que también debemos trabajar en cuidar las construcciones existentes. Y para ello es necesario estudiar cómo mantenemos y reforzamos lo previamente construido, protegiendo nuestro patrimonio. Podemos aportar a la sustentabilidad directamente al aumentar la vida útil de las estructuras existentes, ayudando a darles nuevos usos, aprovechando de repararlas y reforzarlas. Nuestros edificios e industrias, en muchos casos, no requieren ser demolidos, ya que contamos con las herramientas, tecnologías y conocimientos necesarios para que perduren en el tiempo.
Y aún tenemos otros desafíos. Si queremos ser activos partícipes de esta revolución ambiental, es necesario que eduquemos al país sobre la realidad de nuestra práctica. Hasta la fecha, nuestros proyectos están basados en diseños prescriptivos, que no pueden garantizar el desempeño de nuestras construcciones. Actualmente, nuestra filosofía de diseño busca que estas tengan daños limitados para sismos moderados, y que no colapsen en eventos severos. Pero no hemos transmitido esta realidad a los usuarios finales y las nuevas demandas de la sociedad están enfocadas en que tengamos desempeños aún superiores a los que históricamente hemos alcanzado. Es por eso que es esencial impulsar el diseño por desempeño y educar a la ciudadanía sobre el resultado real que pueden esperar. Debe quedar claro para nuestros mandantes el nivel de riesgo al que quieren optar. Existen ya los conocimientos para que estas técnicas se apliquen en el día a día.
No podemos desconocer que el trabajo realizado en el pasado y presente nos ha permitido ser líderes en el diseño sismorresistente, pero debemos seguir avanzando hacia un mejor futuro, está en nuestras manos como ingenieros estructurales tomar el desafío de ser líderes en el diseño sustentable.
Por Sergio Contreras A., representante del Colegio de Ingenieros de Chile en el Consejo Directivo de Construye2025.
Sólo cuando construimos el futuro tenemos derecho a juzgar el pasado
Nietzsche
Esta es una certeza del mundo que hoy vivimos. Estamos destinados a enfrentar un escenario complejo y esencialmente distinto. El mundo y nosotros sus habitantes, nos enfrentamos a una condición distinta a lo conocido en todos los últimos tiempos. Un virus mortal ha modificado la condición más íntima del ser humano y de su entorno, y este entorno incluye todas las actividades que puede abarcar, sociales, familiares y económicas.
La construcción, ligada íntimamente a los seres humanos y a su vida, se inserta también en el quehacer del homo faber y, por lo tanto, en el mundo global, es en este sentido en el cual debe avanzar con paso tranquilo, pero seguro, en los desafíos que plantea el mundo actual.
Estos desafíos incorporan nuevas técnicas, no solamente para mejorar la construcción de de las obras, sino también para incorporar al ser humano como entidad fundamental en ellas. Sin embargo en este último tiempo una variable nueva y altamente disruptiva ha aparecido en la faz de la tierra, una pandemia que ha cambiado la interacción entre los seres humanos y, por lo tanto, su manera de actuar y la manera de ejecutar las obras. La interacción entre los seres humanos se ha centrado de manera generalizada en los computadores con softwares dedicados: pero la construcción es esencialmente material, por lo tanto, una parte importante de ella necesariamente ha de llevarse a cabo in situ, sin mediar tecnologías intangibles. Es en este ámbito entonces, donde debemos encontrar un punto de equilibrio adecuado a la necesidad planteada. Las obras de construcción son variadas; podemos tener edificios, obras industriales, obras viales y todas ellas presentan desafíos y características distintas, por lo tanto su futuro debe considerar, como una cuestión fundamental, su planificación, con conceptos y herramientas que salven de manera definitiva las brechas que se presentan.
La actual pandemia nos ha mostrado, de manera abrupta, un escenario nuevo y distinto donde la construcción ha de llevar a cabo su cometido. Es aquí donde esa planificación finamente elaborada debe cumplir un papel fundamental en el desarrollo de las obras, no podemos dejar al azar la realización de las tareas normales en una faena, por nimias que ellas parezcan. Aquí las técnicas y herramientas actuales tienen un papel preponderante, como los entornos BIM que pueden predecir con claridad y certeza la representación virtual de los elementos físicos, incluso con su desarrollo en el tiempo.
Todas las nuevas tecnologías deben estar debidamente incorporadas en la ejecución de los nuevos proyectos para avanzar con paso definido en la inserción en una nueva realidad hacia la cual avanzamos con una velocidad mayor a la esperada, impulsada por la realidad despiadada que hoy invade nuestro entorno universal. En ella es también evidente que la estandarización y la construcción industrializada juegan un papel primordial en el desarrollo.
En este entorno, la participación público privada en todos los ámbitos de la construcción es de gran importancia, de esta manera el aporte del Colegio de Ingenieros y Construye2025 a los procesos actuales, tiene una validez y un valor que no es sustituible.