En una serie de talleres que se extenderán hasta el 19 de noviembre, el Consejo trabajará en la co-construcción de la revisión y actualización de la hoja de ruta del programa, como segunda etapa luego de varios meses de trabajo diagnóstico.
Centrados en el propósito del programa Construye2025, trabajaron todos los asistentes al primero de los tres talleres convocados para el Consejo Directivo, que se realizó el pasado viernes 22 de octubre. Luego de varios meses de trabajo en los diagnósticos sectoriales, de análisis de los resultados del trabajo con la Comisión Nacional de Productividad y la Consultora Matrix, de hacer Focus Group y de recoger aprendizajes, era necesaria esta segunda etapa de implementación, que continuará los días 5 y 19 de noviembre.
“Las organizaciones se movilizan en base a un propósito. En Construye2025, ese propósito, estoy seguro, está en la cabeza de todos y si unimos ese pensamiento vamos a tener muchas convergencias. Tenemos asociada la existencia del programa a un desafío país o de nuestra industria y eso es súper positivo. Nos va a costar poco llegar a esto. Pero, no lo tenemos declarado”, comentó Pablo Ivelic, presidente del programa impulsado por Corfo y administrado por el Instituto de la Construcción.
El objetivo de la actividad fue ayudar a los miembros del Consejo de Directivo a alinear de mejor manera los esfuerzos que hoy se realizan, invitándolos a preguntarse por el propósito de Construye2025 para construirlo colectivamente, con miras a iniciar la actualización de su hoja de ruta.
Explicitando el propósito
“Hay organizaciones donde cuesta definir el propósito, porque no hay una claridad colectiva de qué se busca pero el ejercicio de escribirlo y explicitarlo es relevante para que todo nuestro accionar esté alineado con lo que buscamos en conjunto”, comentó Pablo Ivelic durante la sesión.
Según Antonio Iturra, consultor senior y facilitador visual de la Consultora Matrix, que dirigió la jornada de trabajo, explicó que definir el propósito colectivo es clave para que emerja el alto rendimiento organizacional. “Aquí van a surgir varios propósitos que van a aglutinarse para resumirse en un gran propósito colectivo para que todos se sientan parte”, afirmó.
En entornos de alta incertidumbre, el propósito es el pilar de una organización productiva. Además, si las personas no se conectan con el propósito ni despliegan su fortaleza para conectarlas se pierde la efectividad. Así lo cree Antonio Iturra, que fue invitado especialmente a este primer taller.
Revisión y actualización de hoja de ruta
Durante el segundo semestre de 2021, con el apoyo de la CDT, quien adjudicó la consultoría para llevar a cabo este proceso, el programa ha estado trabajando en la revisión de nuevos antecedentes, diagnósticos y el contexto en que se encuentra hoy el sector, para así actualizar las iniciativas de su hoja de ruta. El trabajo tiene por objetivo: Revisar, actualizar y reeditar los contenidos del documento que contiene la Hoja de Ruta del Programa Construye2025, recogiendo los diagnósticos sectoriales realizados en 2020 por la Comisión Nacional de Productividad – CNP y Matrix Consulting, los avances en las iniciativas del programa y los lineamientos estratégicos del Instituto de la Construcción, en un trabajo colaborativo con la gobernanza actual, para así obtener una versión actualizada, que a su vez recoja el aprendizaje, el avance de su implementación desde los años 2016 a 2020, junto con plantear un modelo de sostenibilidad y propuesta de gobernanza para el futuro desarrollo del programa.
Este trabajo se enmarca especialmente con miras a la tercera etapa de implementación de Construye2025, que comenzará en enero de 2023, para así llegar al 2025 con resultados concretos de transformación sectorial, tal cual fue planteado ya en 2015. Como parte de este proceso, se trabajará en replantear parte de los indicadores del programa, definiendo las que serán las metas a concretar. Asimismo, se trabaja en plantear un modelo de sostenibilidad para el programa y una propuesta de institucionalidad para la continuidad de su hoja de ruta, toda vez se cumpla el plazo inicial establecido por Corfo para su impulso.
Por Marcos Brito, gerente de Construye2025
“La productividad no es todo, pero en el largo plazo, es casi todo”, señala el Nobel de Economía Paul Krugman, en una de sus célebres frases. El concepto de productividad, como ha sido definido por la Comisión Nacional de Productividad (CNP), es una medida de cuántos bienes y servicios se producen con un número determinado de factores productivos, por ejemplo, trabajo y capital. En consecuencia, si existe aumento de la productividad es porque se han producido más bienes o servicios con los mismos recursos. Una mayor productividad del capital, asimismo, aumenta los incentivos a invertir, lo que trae consigo una elevación de las remuneraciones del trabajo. Al final, el resultado es crecimiento económico y equidad.
En términos generales, el crecimiento significativo de la productividad en Chile, ya es un hecho pasado, pues hoy asistimos a una baja relevante de los índices de crecimiento de la productividad en un buen número de sectores, por lo que se requiere entrar en un nuevo impulso, si realmente se desea llegar a los niveles de los países desarrollados.
Según McKinsey & Co., el potencial de crecimiento de nuestro país se sustenta, principalmente, en productividad, participación y población. Así, en los años 90 crecíamos a una tasa promedio de 6,3%, donde 4,2% se debía a mejoras en productividad. Hoy, la productividad ya no avanza de la misma forma (ya no supera el 2% de crecimiento) y, en el caso de la construcción, ha estado estancada por ya muchos años.
“No hay una bala de plata, mejorar la productividad depende de muchos factores”, señalaba en 2019 Raphael Bergoeing, presidente de la CNP. En consecuencia, la misma organización -por mandato presidencial- desarrolló un completo estudio de productividad para el sector de la construcción (tras haberlo hecho también exitosamente para la minería), que además fue complementado por otro diagnóstico realizado por Matrix Consulting (por encargo de la CChC). La lista de tareas es vasta y compleja, pero junto a la hoja de ruta de Construye2025, la misión está declarada: si queremos crecer y desarrollarnos, hay que mejorar la productividad.
Anterior a estos estudios, McKinsey, en su diagnóstico de potencial de crecimiento (2007), señalaba al menos cuatro grandes ámbitos para concentrar acciones de mejora, que me parece vale la pena recordar y desempolvar:
¿Queremos ser una industria (y un país) plenamente desarrollados? Bueno, los análisis ya están y contamos con hojas de ruta estratégicas para hacernos cargo de estos desafíos. La productividad, en el largo plazo, será la que nos lleve a un mayor progreso, que, si se plantea y desarrolla de manera adecuada, nos brindará crecimiento económico y esa tan anhelada equidad que soñamos.
Esta columna fue publicada en la Revista Negocio&Construcción, en su edición de febrero 2021, disponible AQUÍ.
En noviembre de 2020 fue presentado el “Informe productividad en el sector de la Construcción”, que fue solicitado por el Gobierno de Chile para analizar y determinar los principales frenos a la productividad del sector y mandató a la Comisión Nacional de Productividad (CNP), quienes junto a la consultora Matrix realizaron el estudio. Para profundizar en sus resultados conversamos con Esteban Rojas, vocero de la CNP, quien entrego los detalles y algunas proyecciones de este.
Puedes leer la entrevista completa de Negocio&Construcción AQUÍ.
Por Marcos Brito A., gerente de Construye2025
Durante las últimas semanas de 2020, tuvo lugar la Semana de la Productividad, en la que se presentaron públicamente los resultados de dos contundentes diagnósticos, elaborados por la Comisión Nacional de Productividad (CNP) y Matrix Consulting, por encargo de Presidencia y la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), respectivamente. Ambos coincidentes en su diagnóstico y muy alineados en cuanto a sus recomendaciones, que, además, vienen a ratificar y reforzar lo ya desarrollado en 2015, en el marco de la construcción de la hoja de ruta de Construye2025.
El lado amargo es que todos los diagnósticos, incluyendo otros anteriores de McKinsey, UAI y Clapes-UC, coinciden en que hay estancamiento de productividad, desde hace unos 25 años, lo que fue recientemente cuantificado por Matrix Consulting: Si lográramos el potencial pleno de productividad laboral en la construcción chilena, podríamos generar U$13 billones adicionales de PIB para el país, de los que U$7.500 millones corresponderían a edificación (en base al PIB de construcción 2019, de U$19.760 millones). Hoy, esto se vincula al impacto de la masiva paralización de obras, que se ha proyectado en un déficit de inversión de U$3.680 millones (CChC, 2020), la mitad de dicho potencial en edificación, bajo condiciones productivas normales. ¡Lo que nos estamos perdiendo es enorme!
La gran pregunta es cómo salir de este estancamiento y lograr el tan ansiado PIB adicional, que podría dar valiosas cifras de crecimiento para un país que ansía salir de las vías del desarrollo para lograr ser un país desarrollado. No hay una receta única.
La hoja de ruta de Construye2025 constituyó un esfuerzo sin precedentes en plantearnos una estrategia de largo plazo (10 años) para lograr mejoras en la competitividad sectorial, por medio de mejorar su productividad y sustentabilidad. Se indicaron inicialmente 15 iniciativas, diversas entre sí, para lograr metas que hoy sabemos fueron ambiciosas, pero eran las que teníamos que plantearnos. Hoy, estas son la base de las recomendaciones que los diagnósticos de CNP y Matrix nos ratifican y refuerzan, ya con bastantes más datos e información de referencia nacional e internacional.
El lado bueno es que somos varios organismos colaborando en la articulación de iniciativas que reviertan esta situación y nos ayuden a crecer. Construye2025 ha sido un referente en plantear temas críticos a resolver, pero hay instituciones que, hoy más que nunca, están llamadas a generar los cambios: CChC, CDT, Instituto de la Construcción, Minvu, MOP, Planbim, ICHA, ICH, Madera21, CTeC, Cipycs y tantos otros… Durante 2021, la misión de Construye2025 incluirá revisar su hoja de ruta e incorporar estos importantes nuevos diagnósticos, para así seguir sumando esfuerzos desde los privados, el Estado y la academia.
Finalmente, la industrialización del sector y sus procesos productivos, la masificación de tecnología digital (encabezado por el BIM), la consolidación de la innovación para la competitividad, el fortalecimiento del capital humano a todo nivel, el cambio de paradigma hacia la economía circular, el desarrollo de modelos contractuales integrados y la optimización de los procesos de licitación pública, parecen encabezar como las principales vías a revertir esta larga situación de estancamiento. No obstante, son bastante más las iniciativas que hace falta llevar a cabo.
Por lo mismo, es tarea de muchos (o todos) trabajar y colaborar en la transformación de este importante sector, por el bien de todos y el de un Chile que necesita -con urgencia- crecer y lograr una mejor calidad de vida en pos de una mayor equidad.
Para el rubro -que aporta el 10% del empleo es Chile- la eficiencia es un punto crítico. Por eso, la Comisión Nacional de Productividad identificó las brechas y las nueve palancas necesarias para que el país pueda dar el salto que necesita.
A nivel mundial, la productividad en la industria de la construcción exhibe un rezago respecto al resto de la economía en general y Chile no está ajeno a esa realidad. Entre 2000 y 2018 el incremento de la productividad laboral de nuestra economía país aumentó en un 20%, mientras que la de la construcción prácticamente no experimentó variación. Con esa premisa, la Comisión Nacional de Productividad (CNP) asumió uno de los mayores estudios de productividad nacional, con el apoyo de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC) y Matrix Consulting.
La investigación -que se presentó a fines de noviembre en la “Semana de la Productividad”- expuso la trascendencia que tiene la productividad en la industria como vía de crecimiento sostenido, tanto para la industria como para sus trabajadores. “La construcción es importante porque representa cerca del 7% del PIB y el 10% del empleo”, afirmó Rodrigo Krell, secretario ejecutivo de la CNP al exponer los resultados.
La meta para dar un primer paso y alcanzar a países referentes sería multiplicar la productividad agregada del sector por 1,65 veces, es decir, dar un salto desde los US$19.760 millones a US$32.600 millones en el PIB de la industria. Una meta ambiciosa que requiere de la articulación de toda la industria, para impulsar la adopción de tecnologías y desarrollar a proveedores de alto estándar, junto con generar un marco que entregue sostenibilidad de largo plazo, según el estudio.
Además, la investigación apunta a un esfuerzo coordinado por involucrarse en la formación técnica y profesional de modo que puedan desarrollarse las competencias requeridas por el sector. En las iniciativas a nivel país, la industria considera necesaria la formación de capital humano de excelencia y los mecanismos para su capacitación. Por último, el documento propone mejoras para alinear a la institucionalidad y contar con una regulación, que sea realmente aliada de la productividad.
Para el presidente de la CNP, Raphael Bergoeing, la construcción juega un rol fundamental en las recuperaciones económicas. “Es cuantitativamente relevante porque tiene un rol fundamental en el empleo”, argumentó. Por eso, se hicieron más de 400 reuniones con actores públicos y privados nacionales y extranjeros, en el contexto del estudio, que ayudaron en la identificación de procesos críticos para el desarrollo de obras. Esto, teniendo en cuenta que el rubro de la construcción es el sexto empleador a nivel nacional, con 728 mil ocupados y que concentra el 63% de la inversión nacional. Por ello, ocuparse de la productividad del sector es sumamente relevante.
El potencial de la productividad
“Lo que no se mide, no se gestiona. Necesitamos tener KPIs que se midan de forma estándar en la industria, de productividad, de sostenibilidad, de plazos, etc”, señaló la presidenta del Consejo de Construcción Industrializada (CCI), Francisca Cruz, sobre este documento. En ese sentido, su llamado fue enfático: “no hipotequemos el avance en industrialización y en productividad, sin tener una etapa de diseño colaborativo que la habilite”, dijo.
Asimismo, el presidente de la CChC, se refirió a la necesidad de generar un impacto en el corto plazo para generar un cambio. Para ello, mencionó elementos como “la excelencia en la cadena de valor, la formación de capital humano y la confianza”.
Si se proyecta un escenario de productividad media alta en la construcción, tal como ocurre en Alemania, Reino Unido y Estados Unidos, Chile podría aumentar su PIB en US$12.850 millones adicionales a los US$19.760 millones actuales, aproximadamente, según estimaciones de la OCDE y el Banco Central. Este crecimiento podría generar un impacto significativo para la calidad de vida de los chilenos, ya que, utilizando los mismos recursos que la construcción emplea actualmente, sería como construir adicionalmente más de 52 mil viviendas para 155 mil personas y 1.500 km de rutas pavimentadas por año.
Pero, para dar el salto, una sola medida sería insuficiente. Por eso, el diagnóstico propone 73 medidas, que se sostienen en 9 palancas: excelencia en la cadena de valor, integración y colaboración, digitalización, industrialización, adopción de tecnologías y desarrollo de proveedores, marco para la sostenibilidad, desarrollo de competencias claves, formación de capital humano de excelencia e institucionalidad alineada más regulación eficiente.
Alineamiento con Construye2025
Desde Construye2025, se analiza que, sin duda, este trabajo que se ha hecho público y será entregado a la Presidencia, viene a respaldar y complementar el trabajo que por más de cinco años ha venido desarrollando el programa impulsado por Corfo. La hoja de ruta que el programa ha venido implementando desde 2015 identificó previamente más de 40 brechas del subsector de la edificación, que debían ser cerradas para lograr mejoras sustanciales en productividad y sustentabilidad en el sector.
Por ello, para Marcos Brito, gerente de Construye2025, “el informe de la CNP y Matrix, es un hito esencial en el camino para transformar definitivamente el sector de la construcción hacia una industria más productiva, eficiente y sustentable. Nos estamos jugando gran parte del potencial de crecimiento del país en esto y nuestra propia calidad de vida, al lograr edificaciones más confortables, y con menor impacto al entorno en sus procesos de desarrollo. Desde Construye2025, seguiremos trabajando en articular iniciativas que incorporen nuestra hoja de ruta con las recomendaciones aquí señaladas”.
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Miles de trabajos perdidos y suspendidos mantuvieron en vilo a quienes se desempeñan en la industria. Pero, la reciente autorización para que obras privadas de construcción puedan operar en zonas en cuarentena, abrió una luz de esperanza.
Más de seis mil puestos de trabajo perdidos y otros 16 mil suspendidos, solo en Concepción, es el balance que hace la presidenta regional de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC), Helen Martin. Por eso, reactivar la industria tomó carácter de urgencia en las empresas. “Las mujeres también han perdido una posición que había costado mucho ganar. La reactivación permitirá que todas las que perdieron su trabajo puedan recuperar sus empleos y tener una vida más estable desde el punto de vista económico”, señala.
Según la presidenta regional de la CChC, muchas empresas están complicadas desde hace más de un año, tras el estallido social. La productividad, dice, ha caído hasta en 40% y a ese impacto hay que sumar el incremento de los costos debido a la implementación de todos los protocolos COVID-19. “Hoy las empresas están sumamente debilitadas. Por cada empresa que se pierde toma mucho tiempo recuperarla. Así es que entre más rápido se echen a andar los proyectos mejores probabilidades tenemos”, añadió Helen Martin.
Igual de preocupado se mostró el representante de la CChC en el Consejo Directivo de Construye2025, Enrique Loeser. “Con la Cámara hemos intentado infructuosamente que la construcción fuera declarada actividad esencial, porque es demasiado importante para la actividad económica del país. Eso es lo que ha sucedido en otros países, especialmente europeos, donde se dieron cuenta que parar la construcción es una complicación grave para la cantidad de trabajadores que están involucrados, más las empresas, pequeñas empresas, subcontratistas, es una cadena muy grande”, dijo.
En este sentido, en la industria aseguran que activar la cadena de la construcción tendrá un gran efecto multiplicador, ya que ayudaría a mejorar los números de desempleo de forma inmediata. “Las medidas son urgentes, porque la construcción es un mundo muy grande con pymes que trabajan como los subcontratistas, cuya capacidad de aguantar no es indefinida, hoy en periodos de cuarentena salen a buscar trabajo en otros lugares porque necesitan llevar el pan a la casa, lo cual es más riesgoso”, apuntó Helen Martin.
La trazabilidad del COVID-19
Un protocolo muy estricto acordado entre los ministerios de Economía y Hacienda le ha puesto freno a los contagios en obra y las empresas están tomando todas las medidas para garantizar la salud de sus trabajadores. Todos aquellos que tuvieron contacto estrecho con una persona contagiada deben cumplir con la cuarentena preventiva. Asimismo, algunas empresas han dispuesto transporte propio para sus trabajadores, donde existen listas que muestran qué personas viajaron juntas en el mismo bus y, además, llevan un registro de todas las cuadrillas.
En tanto, desde la Dirección General de Obras Públicas, se piden reportes semanales, en los cuales se controlan todos los efectos COVID-19: cantidad de personas enfermas, número de personas que están en cuarentena, si la obra está o no en una zona con restricción, etc. Toda la masa crítica de trabajadores se mantiene controlada, así como el mapa completo de obras paralizadas o en reprogramación.
Según el jefe de la División de Edificación Pública de la Dirección de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas, Rodolfo Rojas, uno de los primeros indicadores que muestra si sube o baja la economía es el sector construcción. Esto porque es intensiva en mano de obra si se considera toda la cadena, que incluye a proveedores, transportistas y profesionales que prestan servicios, por ejemplo. “El MOP tiene una ley especial que se está tramitando, sobre reactivación económica y también estamos preocupados de ver el avance de las licitaciones, del monitoreo de los contratos, de la mano de obra de cada proyecto”, señaló.
Sin embargo, aún cuando se hagan todos los ajustes necesarios para reactivar al sector, el economista de la Comisión Nacional de Productividad, Esteban Rojas, cree que la productividad de la construcción está rezagada en comparación al resto de la economía. “Los plazos y costos nos muestran que, en promedio, en Chile hay mayores proyectos con sobre costo, versus el análisis internacional, y que los proyectos con retrasos, si bien son parecidos en cuanto a número, el porcentaje de retraso es mucho más alto en Chile que en la vivencia internacional”, argumentó.
En este ámbito, la investigación que lleva adelante la Comisión Nacional de Productividad, reveló que en más de 27.000 proyectos de infraestructura pública -desde 2009- las grandes obras tardan en promedio más de tres ciclos políticos en materializarse: los hospitales, las obras de riego, los puentes, y las grandes obras viales. Esto abriría un espacio de mejora, al menos, en la trazabilidad de los sistemas de información, para poder impulsar el desarrollo de este tipo de obras.
Pero también, el economista apunta a aspectos culturales y a que la industria es reacia al cambio, lo que dificulta la adopción de innovación y tecnología. A esto se suma el shock negativo de productividad en las empresas debido a los mayores costos de ajuste, a las nuevas condiciones del funcionamiento, en un régimen en que primará el distanciamiento social, al menos en lo que resta del año, según el economista de la Cámara Chilena de la Construcción, Byron Idrovo. “Esperamos que las expectativas de los empresarios tenderán a ser menos pesimistas, en la medida que se vayan disipando este escenario de incertidumbre”, agregó.
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Por Rodrigo Krell, secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Productividad (CNP).
La actividad de la construcción puede afectar, en distintas dimensiones, la vida de las personas: la asequibilidad y calidad de la vivienda, disponibilidad de infraestructura pública adecuada, integración urbana, sustentabilidad en la construcción y uso de las obras, son algunos de los aspectos más importantes del desempeño de esta industria de cara a la ciudadanía. Por ello, las políticas públicas que tienen efectos sobre el sector, deben ser examinadas con evidencia dura y desde diversos puntos de vista.
Uno de los ángulos desde donde se puede examinar el desempeño de los actores involucrados, detectar problemas y proponer soluciones para esta industria, es la productividad. Durante los últimos 11 meses, la Comisión Nacional de Productividad (CNP) ha estado investigando en profundidad al sector de la construcción, poniendo foco en la búsqueda de políticas que permitirían mejorar el uso de los recursos productivos, tanto en el sector público como en el privado. Si bien la conexión entre políticas y resultados es más directa, probablemente, cuando se trata del desempeño de nuestro sistema de obras públicas, encontramos problemas sistémicos, que clasificamos en seis categorías:
Dentro de los próximos meses, la CNP publicará el informe final de este estudio, describiendo en detalle cada uno de los hallazgos y recomendando una serie de medidas para hacerse cargo de los desafíos enumerados.