La construcción ha dado grandes pasos en eficiencia energética, logrando combinar confort y bajo consumo de energía. Los motores que hoy la mueven son: calidad del ambiente interior, uso de energía, uso de agua, gestión de residuos y gestión de operación y mantenimiento. Pero va por más.
Un innovador sistema desarrollado por el Instituto de la Construcción, con el apoyo y la participación de 13 instituciones públicas y privadas, hizo posible crear la Certificación Edificio Sustentable (CES), que permite evaluar, calificar y certificar el comportamiento ambiental de edificios de uso público en Chile. La iniciativa fue la respuesta de la industria de la construcción ante la necesidad de incorporar sustentabilidad a las edificaciones y a los desafíos globales que impone el cambio climático, pero es sólo el comienzo.
El diseño y la construcción con criterios de sustentabilidad no pueden pasar por alto la aislación térmica, el uso de la radiación solar, la iluminación natural, entre otros elementos que contribuyen a la eficiencia energética desde el diseño. Otro aspecto fundamental es la operación del edificio. “Es importante que cada edificio sea administrado por personas o empresas capacitadas en temas de sustentabilidad y eficiencia energética. Actualmente, la mayoría de las administradoras de edificios (oficinas, residenciales, públicos, etc.) tienen un conocimiento extenso en finanzas y distribución de recursos, pero poco en mantenimiento, eficiencia energética y calidad del ambiente interior”, explica Romy Lückeheide, asistente de CES.
Los resultados de los edificios certificados con CES avalan esta tendencia. Cifras del Ministerio de Energía de 2019, revelan que el promedio nacional de consumo de energía en edificios de oficinas supera los 250 kilowatt-hora por metro cuadrado al año (kWh/m2 año), en tanto, los que han sido certificados CES están muy por debajo de ese promedio. Por ejemplo, el edificio de Caja Los Andes de Providencia (certificado en categoría destacada 2017), llegó a los 152 kWh/m2 año en consumo eléctrico, mientras que el edificio de la PDI de Puerto Montt alcanzó los 74 kWh/m2 año.
Asimismo, en el área educacional, la Escuela Manuel Anabalón de Panguipulli logró entre 33 y 37 kWh/m2 año (solo consumo de calefacción) y la Escuela Bernardo O’Higgins de Tocopilla alcanzó 14 kWh/m2 año (consumo total). “Es relevante considerar que estos bajos consumos de energía consideran las condiciones adecuadas de confort interior, de modo que no solo son edificios con consumos bajos por no usar sistemas, si no que son realmente eficientes”, destaca Hernán Madrid, jefe de CES.
Hacia una segunda etapa
De ahí que el Instituto de la Construcción, mediante un convenio de colaboración con el Ministerio de Energía y el MOP, esté impulsando fuertemente la certificación de los edificios existentes y con miras a un desafío más ambicioso pero posible y necesario: la certificación nacional de edificios públicos “cero energía”.
Una herramienta como la certificación cero energía contribuirá a mover el foco de la sustentabilidad en la construcción a desarrollar edificios aún más eficientes y con un impacto en emisión de carbono significativamente menor.
Hoy, CES cuenta con más de 300 edificios en proceso de certificación, entre oficinas, escuelas, cuarteles de bomberos, recintos fronterizos, comisarías, centros médicos y hospitales, entre otras tipologías. Y a febrero de 2020, 42 estaban certificados.