Se está avanzando probablemente poco respecto del estándar mundial que ofrece muchas más posibilidades de las que hemos recogido en la industria local. Ello se debe a que se trata de un proceso lento y a que el sector de la construcción involucra proyectos acotados en el tiempo, que implican la formación de un equipo humano que no necesariamente seguirá trabajando luego de manera integrada. Entonces, cuesta mucho atesorar el tema colectivo.
La construcción industrializada es un proceso natural, porque tiene directa relación con el aumento de diversos factores, como la productividad y la especialización. Creo que la industria de la edificación y de la construcción en general, tienen que transitar por este camino.
En cuanto a las ventajas de este sistema, no siempre es fácil palparlas, ya que se trata de un proceso, con un costo de por medio, donde los resultados no son instantáneos. Para que la construcción industrializada y la prefabricación funcionen adecuadamente, se debe lograr integrar a todos los actores involucrados. Bajo este concepto, la etapa del diseño es fundamental; la revolución más importante en este tema reside en la planificación, que requiere mucho más tiempo y un expertise que nuestros diseñadores aún no tienen.
Creo que hemos sido pioneros en lo que es la construcción industrializada, lo que constituye un desafío enorme. Esto lo hemos logrado gracias a las relaciones estratégicas que mantenemos con algunos proveedores, porque este proceso no se puede llevar a cabo solos; hay que hacerlo integrando equipos de trabajo en una cadena de valor. En Inmobiliaria Manquehue, hemos podido dar pasos en esta línea y formar una alianza que nos ha permitido estar en un proceso de producción industrializada, prefabricada e, incluso, robotizada.
Los desafíos pendientes son muchos, destacando, entre ellos, el de la formación de capital humano. En este tipo de “revolución” se requiere que en la fase de diseño, los diseñadores tengan un conocimiento que hoy muchos no poseen y que es difícil adquirir en forma rápida. Hoy un diseñador debe saber construir; no puede proyectar algo que no sabe cómo se ejecuta. Entonces, ya no solo hay que estar pensando en volúmenes, sino que también en cómo los voy a producir, segmentar e integrar después.
En Chile se innova y, probablemente, en comparación con otros países de Latinoamérica, no estamos tan mal; pero si nos evaluamos en relación a la realidad de países desarrollados, obviamente estamos muy atrás.
Sin embargo, se están haciendo cosas interesantes. Ahora bien, innovar siempre es un esfuerzo, una inversión y un riesgo. Nosotros conocemos historias de innovación exitosas, pero también hay muchas otras que no prosperan.
En todo caso, soy optimista; pienso que se está innovando, y actividades como Expo Construcción Industrializada 2018 muestran justamente eso. Creo, además, que la tecnología BIM es el núcleo aglutinador de temas como la prefabricación, pues es la gran herramienta asociada a este concepto.
Es variable, ya que mientras algunos son muy cautos y prefieren innovar “sobre seguro”, es decir, optan por esperar y ver primero los resultados de la competencia, otros están dispuestos a asumir más riesgos. Ambos estilos tienen pros y contras, pero, en definitiva, alguien tiene que “tirarse primero a la piscina” y si le va bien, otros le copiarán, pero mientras tanto, por algún tiempo logra sacar ventajas competitivas.
Por eso, existen estímulos de financiamiento, como por ejemplo, algunas líneas de Corfo, orientadas a apoyar las decisiones de vanguardia, justamente porque son las más riesgosas, pero que cuando son exitosas, son las que impulsan los cambios. La innovación siempre es un riesgo, pero es un desafío muy estimulante.